Ps. María Samira Gutiérrez de la Pava
Master Neurociencias cognitivas.
CENTRO INTEGRAL DE NEURODESARROLLO ADRIANA VEGA
Escribir sobre un tema como el suicidio no es fácil y destinarlo al publico general lo convierte en una tarea mucho mas compleja. No es un tema nuevo pero tampoco es un tema del que nos sentemos a hablar con frecuencia.
Es de creencia popular que si se habla de esto con los jóvenes las tasas aumentarán o se abrirán las puertas para una alternativa no antes considerada, o mas bien que para este rango etario no sucede con frecuencia. Estos y otros muchos mitos y tapujos que deambulan alrededor de la conducta suicida hace que desviemos nuestra mirada y esfuerzos hacia otros temas, no menos complejos e importantes, pero sí mas fáciles de pronunciar.
El suicido se encuentra tipificado como un síntoma de un malestar o trastorno emocional o mental, pero no es representado como un diagnostico por sí mismo y por lo general es entendido desde cuatro fases que no siguen un orden estricto: ideación, planeación, intento y el suicidio consumado. Por su parte, el intento de suicidio es el de mayor prevalencia en el grupo etario entre 15 y 19 años y afecta en su mayoría a mujeres. Estas tasas se mantienen relativamente homogéneas en toda Latinoamérica.
Habiendo dicho lo anterior, la conducta suicida es un tema que no podemos negar y el incremento en estas tasas nos lleva a pensar en varios factores; Será que su incremento se debe a un mejor registro en estos casos? o mas bien a una menor estigmatización de la conducta?
Es posible que la prevalencia de intentos de suicidio en mujeres tenga que ver con roles heteronormativos que se mantienen en nuestras sociedades latinoamericanas? (que además de regirse por algunas dinámicas patriarcales generan contextos tóxicos para nuestras niñas adolescentes), ó mas bien puede considerarse que estamos entrando en una era de embellecimiento y justificación del fenómeno? O tal vez puede explicarse desde lo biológico, en donde como mujeres sufrimos de fluctuaciones hormonales mucho mas frecuentes que en los hombres.
Como se puede evidenciar este fenómeno no puede ser explicado desde una sola causa, no debemos desconocer nuestra esencia de seres biopsicosociales en donde interactuamos con múltiples esferas y nos vemos influidos por factores inherentes y contextuales, por ende la comprensión de éste fenómeno debe darse desde la interdisciplinaridad y la comunicación entre diferentes los individuos que actúan directa o indirectamente en el contexto de nuestras adolescentes.
LA COMUNICACIÓN, es un factor contribuyente para dar frente a este triste y aterrador fenómeno. Es tan fácil decirlo pero tan difícil ponerlo a la practica, no podemos desconocer los grandes avances que sea han hecho alrededor de la prevención y atención a la conducta suicida en países como Colombia, México y Chile entre otros, pero nos encontramos ante realidades en las que no se pone en practica los planeas creados o ni siquiera es comunicado a quienes se enfrentan día a día con esta problemática.
Sabemos que la articulación entre sectores publico-privados, actores prácticos y agentes gubernamentales es reducida, entonces ¿qué debemos hacer? creo que empezar por analizar lo que hasta ahora se esta poniendo en practica, validar y corroborar su eficacia además de generar espacios de encuentros inter-institucionales e interdisciplinares es ineludible.
Creo firmemente que el trabajo de concientización sobre la problemática y des-estigmatización mas no normalización de la misma es imprescindible, al igual que la creación de gnosis sobre la prevalencia y factores de riesgo ya plasmados en la literatura y la practica; es también esencial concentrarse en la prevención, en la inclusión de agentes comunitarios de cualquier disciplina o bagaje profesional en la detección de posibles casos y rutas de acción.
Por último, seguir creando espacios de encuentro entre la academia y la practica para mantenerse a la par de una era cambiante que se une a cambios tecnológicos que están modificando el tejido social.